Google Website Translator Gadget

Saturday, December 18, 2010

Santidad

Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas
pasaron; he aquí todas son hechas nuevas”. De pecadores
a nuevas criaturas. Todos nuestros actos pecaminosos,
nuestras transgresiones fueron perdonadas el día que
aceptamos a Cristo como nuestro Salvador Personal. Es el
Espíritu Santo quien produce en la vida del creyente la
decisión de separarse de una vida de pecado abandonando el
fango y toda suciedad espiritual.
Sin embargo, hay algo que debemos conocer tú y yo: si bien
la nueva vida en Cristo comienza, la naturaleza de pecado aún
persiste, leamos Romanos 7:23 “pero veo otra ley en mis
miembros, que se rebela contra la ley de mi mente, y que
me lleva cautivo a la ley del pecado que está en mis
miembros”. Esta vieja naturaleza se apega al hombre lo cual
le impide llevar una vida cristiana exitosa. Es aquí donde
necesitamos que el Espíritu Santo actúe en nuestras vidas a
través de su obra santificadora.
I. LA SANTIDAD:
Santo significa “apartado”, “separado”. Debemos entender que
la voluntad de Dios es nuestra santificación. 1
Tesalonicenses 4:3a “pues la voluntad de Dios es vuestra
santificación”.
Además, la Biblia también dice que hemos sido llamado a ser
santos: 1 Corintios 1:2 “a la iglesia de Dios que está en
Corinto, a los santificados en Cristo Jesús, llamados a
ser santos ... “ Si te das cuenta, en la salutación que hace el
apóstol Pablo en cada una de sus cartas a las iglesias él se
refiere “a los santos”: 1 Co. 1:2; Ef. 1:1: Fil.1:1; Col. 1:2.
II. ¿SERA IMPORTANTE LA SANTIDAD?
La Santidad para el creyente es tan importante, así como la
Salvación es necesaria al pecador, al incrédulo. El autor de
Hebreos lo tenía muy claro: “Seguid la paz con todos, y la
santidad, sin la cual nadie verá a Dios”. Hebreos 12:14.
Alguna vez escuché decir “¿por qué preocuparnos en ser
santos si para ir al cielo sólo basta con ser salvo?.
Hoy podemos decir que la Santidad es importante por las
siguientes razones:
1. Si la Santidad no fuera tan importante, entonces Jesucristo
no hubiera ido a tal extremo de proveerla. Leamos Efesios
5:25-26 “Maridos, amad a vuestras mujeres, así como
Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por
ella, para santificarla, habiéndola purificado en el
lavamiento del agua por la palabra”. También en
Colosenses 1:21-22 “ Y a vosotros también, que erais
en otro tiempo extraños y enemigos en vuestra carne,
haciendo malas obras, ahora os ha reconciliado en su
cuerpo de carne, por medio de la muerte, para
presentaros santos y sin mancha e irreprensibles
delante de él”.
2. Dios quiere que sus hijos sean santos, si leemos Efesios
1:4 “según nos escogió en él antes de la fundación del
mundo, para que fuésemos santos y sin mancha
delante de él. Es un privilegio este deseo de Dios.
3. Ahora, no sólo es el deseo de Dios, también Dios demanda
que nosotros sus hijos seamos santos. 1 Pedro 1:15-16
“sino, como aquel que os llamó es santo, sed también
vosotros santos en toda vuestra manera de vivir;
porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo”.
4. Uno de los propósitos del Espíritu Santo es hacernos santos:
“Habiendo purificado vuestras almas por la
obediencia a la verdad, mediante el Espíritu, ....” 1
Pedro 1:22.
5. Uno de los propósitos de las Sagradas Escrituras es
guiarnos a la santificación: “Santifícalos en tu verdad, tu
palabra es verdad.” Juan 17:17
III. ALGUNAS DISTINCIONES ENTRE CONVERSION Y
SANTIFICACION:
CONVERSION SANTIDAD
1. Trata con los hechos
pecaminosos, con nuestras
transgresiones y pecados.
1. Trata con la naturaleza
pecadora del hombre.
2. Viene a ser un nuevo hombre. 2. Desecha al viejo hombre.
3. Las costumbres pecaminosas
mueren.
3. La naturaleza pecaminosa
muere.
4. Libera al hombre de la
esclavitud a Satanás.
4. Libera al hombre de la
esclavitud a la carne.
5. Trae una nueva vida
espiritual.
5. Trae vida en abundancia.
IV. LA CONSAGRACION:
Jesús de Nazaret, se dio a sí mismo sin ninguna reserva por la
vida de cada uno de nosotros. Ahora nos toca a nosotros
entregarnos sin ninguna reserva a Él. Cuando era muy niño,
me acuerdo que en la Escuela Dominical nos enseñaban una
canción que decía: “//¡Cuidadito los ojitos lo que miran!//.
Hay un Dios de amor que mirando está, Cuidadito los ojitos lo
que miran... “. Y así seguía la letra con las manitos lo que
tocan; los oídos, lo que oyen y los piececitos donde andan. Y
sin saber me di cuenta que aún desde pequeños tenemos que
hacer confesiones de consagración a nuestro Dios.
1 Tesalonicenses 5:23 dice que todo nuestro ser sea guardado
irreprensible hasta la venida de nuestro Señor Jesucristo.
En el Antiguo Testamento, hubo un hombre que a pesar de ser
usado poderosamente por el Señor, no pudo guardar su
consagración: Sansón. Fracasó al satisfacer los deseos de su
carne.
Personalmente, hay un pasaje que a mí me llama mucho la
atención y es la historia de David, vencedor en batallas,
hombre guerrero, hombre de victorias; 2 Samuel 11:1
“Aconteció al año siguiente, en el tiempo que salen los
reyes a la guerra, que David envió a Joab, y con él a sus
siervos y a todo Israel, y destruyeron a los amonitas, y
sitiaron a Rabá; pero David se quedó en Jerusalén”. Y el
resto de la historia todos lo sabemos. ¿Cuántos saben que
somos un pueblo de reyes y sacerdotes? ¿Cuántos saben que
estamos en una guerra espiritual, el reino de las tinieblas
contra el reino de la luz?. Cada vez, la Iglesia de Jesucristo va
ganando terreno arrebatándole al diablo muchas almas. Pero,
así como David que en lugar de salir a la guerra y luego le
pasó lo que le pasó, ¿estaremos también nosotros tratando de
abandonar nuestros puestos de batalla? ¿algunos ni siquiera
se han decidido enrolarse a ese ejército vencedor por no
comprometerse?. Hay un dicho popular que dice “La ociosidad
es la madre de todos los vicios”. No es bíblico, pero sí tiene
mucho de sabio, una cosa que he aprendido es que cuando
uno sirve al Señor, el servicio a Dios te ayuda a tener un temor
reverente por mantener tu santidad, tu consagración Hay
situaciones que cuando un siervo de Jesucristo quiere, por
ejemplo, dejar de liderar o servir y es porque generalmente hay
algo del mundo que lo está jalando. Fue fatal lo que le ocurrió a
David.
Otro pasaje que también poderosamente me llamó la atención
cuando lo leí es el siguiente: Eclesiastés 9:8: “En todo
tiempo sean blancos tus vestidos, y nunca falte
ungüento sobre tu cabeza”. Aquí la Biblia nos habla de
nuestras vestiduras, el Señor nos habla de nuestra
consagración. En el Antiguo Testamento el vestido tenía un
valor tremendo, comparable con la moneda, era tan importante
que un forastero cuando dormía en un mesón, dormía con
todas sus prendas puestas para evitar el robo. Nunca
descuidemos nuestra vida de consagración al Señor.
V. LO QUE NO ES SANTIDAD:
1. No es ser perfecto. Algunos piensan que ser santo significa
que ya eres perfecto, nada más alejado de la realidad. “Y él
mismo constituyó a unos apóstoles; a otros, profetas;
a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, a
fin de perfeccionar a los santos para la obra del
ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo.”
Efesios 4:11-12. Bien claro la Biblia dice que somos
santos, pero que necesitamos ser perfeccionados, el
ministerio quíntuple, esos 5 dones del ministerio que Cristo
dio a su iglesia se encargan precisamente de eso,
perfeccionarnos para un propósito: para la edificación del
cuerpo de Cristo.
2. No significa que no vas a pecar nunca. Alguien dijo con
mucha razón “no puedo evitar que llueva, pero sí puedo
evitar mojarme”.
3. No significa que tampoco vayas a ser tentado nunca. La
Biblia dice en Hebreos 4:15, que aún Jesús fue tentado y
en todo, pero no pecó.
4. Tampoco significa que nunca vayas a tener problemas.
Ahora, inclusive algunos pueden llegar a pensar que alcanzar
la santidad es difícil, y que sólo para unas cuantas almas
privilegiadas. Judas 24: “Y aquel que es poderoso para
guardaros sin caída, y presentaros sin mancha delante
de su gloria con gran alegría.”
Llamado:
Todos por lo menos alguna vez de nuestra vida, escuchamos y
sobre todo en Semana Santa, que una de las últimas palabras
de Jesús en la cruz fue ¡Padre, por qué me has abandonado!.
Y quizá en muchos causó un gran cuestionamiento, porqué
Jesús dijo eso, porqué Su Padre lo había abandonado. Y es
que la razón por la cual experimentó por primera vez la
separación de su Padre fue debido a tu pecado y a mi pecado.
Sí, aunque no lo creamos es cierto. La Biblia, nos cuenta que
cuando Adán y Eva, pecaron se sintieron desnudos, es que a
causa de su pecado perdieron esa vestidura espiritual que era
la gloria de Dios cubriéndolos. La Biblia dice, en Romanos que
la Paga del Pecado era la muerte, es decir, separación de Dios.
También dice que por cuanto todos pecamos hemos sido
destituidos de la Gloria de Dios. Y quizá te preguntarás, qué
tiene que hacer eso conmigo, yo no viví en Edén, menos me
comí de ese fruto. ¡Gran desilusión!, sí que comimos de ese
árbol de la ciencia del bien y del mal. ¿Cuándo? El día que
dijimos ¡no me digan lo que tengo que hacer, yo sé lo que
hago!, nosotros mismos juzgando lo que ha de ser bueno y
malo. Y por eso, la ley era: La paga del pecado: Muerte
(separación). Jesús voluntariamente pagando el precio mío y
tuyo, experimentando a causa tuya y mía la separación de su
Padre.
Pero la Biblia, también dice que la dádiva (regalo) de Dios es
Vida Eterna. Ese sacrificio que a nosotros nos correspondía
pagar lo pagó Jesús de Nazareth. Sólo nos queda aceptar ese
sacrificio como propio, de esta manera lo aceptamos como
Nuestro Salvador Personal, Nuestro Redentor Personal. Lo
siguiente, invitarle que entre a nuestro corazón para que sea tu
Señor y tu Rey. ¿Cómo hacerlo? Con una sencilla oración.

No comments:

Post a Comment